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El perfecto adorador del Santísimo Sacramento

Queremos añadir ahora unas palabras para los peregrinos de lengua francesa, llegados para asistir a la glorificación de San Pedro Julián Eymard, sacerdote, confesor, fundador de dos familias religiosas consagradas al culto del Santísimo Sacramento.

Es un Santo que nos es familiar desde hace muchos años, como siempre lo hemos dicho, puesto que la Providencia nos proporcionó la feliz ocasión, en el tiempo de nuestro servicio en la Nunciatura Apostólica en Francia, de dirigirnos a su país natal, Mure de Isère, cerca de Grenoble.

Allí pudimos contemplar con nuestros propios ojos el pobre lecho, la modesta habitación, donde este fiel imitador de Cristo entregó su hermosa alma a Dios. ¡Podréis adivinar, queridos hijos, con qué emoción evocamos este recuerdo en el día en el que le decretamos los honores de la canonización!

El cuerpo de San Pedro Julián Eymard se conserva en París, pero el Santo también está presente en Roma, de alguna manera, en la persona de sus hijos, los Sacerdotes del Santísimo Sacramento: es, también, un recuerdo muy dulce el evocar las visitas que Nos hacíamos en otro tiempo a la iglesia de San Claudio de Bourgignoss, para unirnos durante algunos instantes a sus silenciosas adoraciones.

Junto a un San Vicente de Paúl, junto a un San Juan Eudes, junto a un Cura de Ars, Pedro Julián Eymard ocupa hoy un sitio en la falange de estos astros resplandecientes que son la gloria y el honor comparable del país que los vio nacer y cuya beneficiosa influencia se difunde mucho más allá, en la Iglesia entera.

Su nota característica, la idea rectora de todas sus actividades sacerdotales, se puede decir que fue la Eucaristía, el culto y el apostolado eucarísticos.

 

Deseamos subrayarlo aquí en presencia de los sacerdotes y de las esclavas del Santísimo Sacramento, en presencia también de los miembros de una asociación especialmente querida por el Papa, la de los Sacerdotes Adoradores, reunidos en Roma estos días para honrar a este gran amigo de la Eucaristía.

Sí, queridos hijos, honrad y festejad con Nos a aquel que fue un perfecto adorador del Santísimo Sacramento, y a ejemplo suyo colocad siempre en el centro de vuestros pensamientos, de vuestros afectos, de las empresas de vuestro celo, a esta fuente incomparable de todas las gracias: “Mysterium fidei” (Misterio de fe) que oculta en sus velos al Autor mismo de la gracia, Jesús, el Verbo Encarnado.

Fragmento de la Homilia del Santo Padre San Juan XXIII, el 9 de Diciembre de 1962 en la Canonización de San Pedro Julian Eymard *

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